MIÑA TERRA GALEGA, DONDE EL CIELO…

… es siempre gris, decía la canción de Siniestro Total. No estoy de acuerdo, he visto cielos azules y despejados en Galicia y puedo asegurar que son una pasada. La letra de esa canción la tarareaban Eva y Miguel, los hijos de mi prima Mayte, al entrar en su tierra en una ocasión que subí con ellos hasta Pontevedra, donde viven. Desde entonces no había vuelto, de eso hacía ya siete años, y tenía morriña de esa tierra que conozco desde pequeña, con dos años me llevaron a conocer el mar a A Coruña y a respirar la brisa marina por recomendación médica. La capital del norte es una urbe elegante, con clase y preciosa, me parece una de las ciudades más bonitas de España.

Este año volví al sur de Galicia, como las últimas veces. Pontevedra y Sanxenxo, el lugar de veraneo por excelencia en las Rías Baixas y donde mi prima y familia tienen una casa con unas maravillosas vistas a la ría de Pontevedra. Todo un privilegio desayunar o cenar con vistas al mar.

Esas vistas privilegiadas…

Ya lo conocía y he de decir que está muy cambiado. Me gusta su elegancia, la limpieza de sus calles, la animación del puerto deportivo que se inserta en las calles del antiguo pueblo marinero y que se ha convertido en el lugar turístico por excelencia del sur. Es el municipio gallego que dispone de más plazas hoteleras, multiplica por seis su población en verano.

Vista nocturna de Sanxenxo

Por esa zona, recomiendo ver la puesta de sol en el chiringuito El Corsario, junto a la playa Foxos. Desde allí se disfruta también de unas maravillosas vistas al santuario de la Virgen de la Lanzada y a otras playas cercanas.

Para desayunar, tomar un buen zumo natural o un mojito está el Gassho, en punta Vicaño, contemplar la ría desde allí es uno de los privilegios que me ha mostrado Mayte y que hemos disfrutado varias tardes.

Algo que también hay que hacer sí o sí es probar el marisco, tuve la suerte de hacerlo, mejor dicho, me trataron tan bien que Augusto, el marido de mi prima, compró para cenar nécoras, cigalas y otras delicias una noche. ¡Gracias! Eso sí, tuvieron que separarme las partes de la nécora y la comí imitando al abuelo Augusto, los de interior sabemos comer buen jamón, pero el marisco se nos resiste. La riqueza gastronómica de Galicia es tremenda, el mar surte a los mercados de las mejores vieiras, zamburiñas, nécoras, centollos… Un sitio para comer, cien por cien recomendable, en Vilagarcia de Arousa es O Fogón da Ria.

Pontevedra, la capital de la provincia, es también una ciudad que ha cambiado mucho y tiene una parte antigua con una animación estupenda, repleta de terrazas y restaurantes donde disfrutar de las delicias de la cocina gallega.

Encontré algo que me hizo mucha gracia y que, conociendo el carácter gallego, no me extrañó. En las fotos podéis verlo, me reí un rato.

Puedo prometer, y prometo, que volveré a Galicia a disfrutar de toda la belleza de su naturaleza y entorno, de la amabilidad de su gente y de toda su riqueza paisajística, gastronómica y humana. Soy una enamorada de esa tierra tan espectacular y de sus gentes. ¡Gracias a la familia Bravo Bernal por estos días tan relajados y felices!

Kasti García. Viernes, 29 de julio de 2022

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