Mi perla del Mediterráneo

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Volver a Menorca es volver a disfrutar de sensaciones, olores, paisajes, atardeceres, calas con aguas cristalinas…y un largo etcétera de momentos que rememoras e intentas repetir, como una foto en el mismo sitio de la vez anterior.

Cuando dejé Menorca el pasado verano supe que iba a volver a reencontrarme con esta isla tan especial, tan peculiar. Es una tierra con carácter, con una idiosincrasia particular y única que la hace muy atractiva para el visitante. Sus más de doscientos kilómetros de costa y la situación privilegiada en el Mediterráneo ha hecho, a lo largo de los siglos, que varios pueblos intentaran conquistarla, estuvo en manos de los ingleses gran parte del siglo XVIII, tras su conquista en 1708 durante la Guerra de Secesión. De hecho, en el puerto de Mahón aún se mantiene intacta su base naval. La influencia británica también se nota en algunos edificios de la capital menorquina con fachadas según el estilo georgiano del siglo XVIII inglés.

Si hay una excursión que recomiendo es la del barco por el puerto de Mahón, además de poder ver el paseo marítimo desde otra perspectiva, descubres la otra margen con las antiguas construcciones inglesas, rincones maravillosos y la exclusiva urbanización de Cala Llonga, salpicada de preciosas casas con embarcaderos propios.

Descubrir calas donde darse un baño en aguas transparentes, practicar snorkel o navegar es uno de los máximos atractivos de Menorca.

Nosotros descubrimos una al norte de Mahón de la que no habíamos oído hablar, como foráneos de la zona, aunque es conocida porque estaba bien preparada, concurrida y de fácil acceso: Arenal d´en Castell. El agua estaba espectacular: tranquila, limpia, buena temperatura… no recuerdo haber disfrutado de un baño en el mar como allí.

Arenal d´en Castell

Arenal d´en Castell

También visitamos este verano Cala en Porter, ¡preciosa! Y la famosa Binigaus, parece ser que fue una de las primeras playas nudistas de la isla pero ahora ves de todo, la gente que practica nudismo se mezcla con quienes van con traje de baño o con mujeres en top less.

Pero si un sitio nos llamó la atención en el primer viaje fue Binibeca (Binibèquer Vell) por eso este año establecimos allí nuestra base, en unos estupendos apartamentos, sólo para adultos, a pie del acantilado del pueblo, las vistas eran maravillosas desde los restaurantes y piscinas del Pierre&Vacances, empezar el día desayunando con ese regalo para la vista es indescriptible.

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Binibeca es un pueblo levantado en los años 60 a imitación de las antiguas aldeas de pescadores, con casas blancas, me llamó la atención que hasta los tejados estaban encalados, las callejuelas son muy estrechas y por todos lados hay carteles pidiendo Silencio. Invita a desconectar y relajarse contemplando magníficas puestas de sol, amaneceres… es muy turístico pero sin grandes aglomeraciones y follones.

Si visitáis esta localidad del sur de la isla un buen sitio para comer, cenar viendo la puesta de sol o relajarse en su zona «chill out» es Bambú Menorca, lo descubrí en una red social y nos encantó, es el sitio de moda en Binibeca pero con razón, el establecimiento se ha ganado a pulso su éxito: buena cocina a base de recetas asiáticas, excelente atención, local con diferentes ambientes muy logrados… Si vais no olvidéis pasar por allí, no os defraudará.

 

En Menorca nunca hay que olvidarse de ir a alguno de los faros a disfrutar de la puesta de sol. Nosotros esta vez elegimos Andrutx, al norte de Mahón, paisaje lunar alrededor del faro como casi todo el norte de la isla, y atardecer maravilloso. Es un espectáculo contemplar cómo el cielo se va tiñendo de tonos anaranjados según el sol se va escondiendo.

 

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Para ir de compras los mercados de artesanía son una opción excelente, productos elaborados en la tierra por manos expertas. Cada día se celebran en una localidad diferente, en Ciutadella en la plaza del Born y en Mahón en la de la Explanada, alrededor están las calles comerciales y más turísticas donde adquirir recuerdos y las famosas avarcas menorquinas.

Menorca es un magnífico refugio en verano, un precioso lugar donde vivir cada momento con intensidad y disfrutar de toda la belleza que regala la isla más al noreste de las Baleares. Por último, recomiendo subir al Monte Toro donde las vistas del norte de la isla son magníficas.

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Kasti García

9 de agosto de 2019

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